Abro los ojos, me encuentro de pie, rígido como parte de una hilera, miro a mi izquierda y a miderecha no soy el único, no estoy solo. Al otro lado del plano vislumbro entre la densa nieblaotra fila, somos idénticos es cierto que hay algo diferente, pero nos siento iguales.
No tengo claro por qué están aquí, por qué estamos aquí. Les grito, pero no me gritan los miro, pero no sé si me miran.
De repente suena un “clic” metálico que parece venir de todas partes, mi compañero de la izquierda da dos pasos al frente. Vuelve a sonar y su homónimo desigual del otro lado lo imita.
Quedan enfrentados, mirándose, o eso creo.
De nuevo “clic”, nadie parece moverse, pero escucho algo tras de mi, de repente una sombra me oscurece y cae ante mis ojos un hermoso caballo, recuerdo que de niño mi tío tenía uno y a veces dábamos largos paseos, sin duda este un hermoso ejemplar, no tiene una gran altura, su cabeza es ancha y su quijada pronunciada, su cuello y grupa musculosos, dorso robusto y corto, extremidades robustas y crines pobladas y abundantes, parece quedarse congelado al posarse tras su repentino salto.
“Clic” otro de ellos avanza en un paso que parece no tener ninguna otra intención.
“Clic” una esbelta y escalofriante figura se desliza rápidamente desde mi espalda cruzando por mi izquierda, se detiene en mitad de la explanada fría, desafiante, no consigo verle la cara. No parece querer hacerme daño o quizás no me haya visto. Mi pecho retumba con cada palpitación todo parece extrañamente tranquilo, demasiado.
Me parece haber oído otra vez ese “clic” pero no lo tengo claro me laten los oídos, por algún motivo esta fría calma me horroriza, parece no ocurrir nada, pero entonces una idéntica figura se desplaza desde el otro lado en un veloz movimiento contrario, quedando enfrentada a la anterior, están a varios metros, pero definitivamente se están observando.
Vuelvo a escucharlo esta vez muy claro, “clic”, nadie más parece extrañarse por este sonido, tampoco se les ve preocupados, aunque no sabría describir sus expresiones.
Mi aturullada reflexión se interrumpe para dejar paso de nuevo a un rítmico sonido de cascos, esta vez más lejano que el anterior. A mi izquierda puedo ver un elegante salto de al menos dos metros. Hacía años que no veía algo así, de niño veía a veces a mi tío competir en salto y su caballo árabe siempre era el mejor, con su elegante y característica cola alta como si de un plumero se tratase, este es extrañamente parecido, me trae buenos recuerdos, un sentimiento cálido y familiar inunda mi pensamiento, pero igual que el otro al caer su majestuosidad parece helarse en una elegante posición de reposo.
“Clic”, otro de ellos da dos pasos hacia delante enfrentándose valientemente a la esbelta figura que pasó por mi lado hace tan solo unos momentos, esta muy cerca pero esta parece ni si quiera inmutarse por su insignificante presencia.
“Clic”, el petiso que llevaba quieto descansando en su pata izquierda trasera todo este tiempo delante de mí de buenas a primeras avanza en un violento galope en dirección al que primero rompió la fila de los otros, parece que va a saltarlo, pero…- ¡JODER!- Grito de repente rompiendo aquel sepulcral silencio.
Acaba de aplastar su cráneo contra la tierra, y no para de pisarlo, intento ir corriendo en su ayuda, pero no puedo no soy capaz, tengo fango hasta las rodillas.
Esto es horrible está destrozando su cuerpo con sus pezuñas a tan solo medio metro de mi compañero que lo estaba enfrentando y ni tan si quiera parece inmutarse.
– ¡¿PERO QUE COJONES ESTA PASANDO?¡ – El macabro corcel parece volver a detenerse en una elegante postura sobre el cadáver de aquel pobre diablo.
– ¡TENGO QUE SALIR DE AQUÍ, NECESITO SALIR DE AQUI!- Le grito a mi compañero de la derecha, mientras lo zarandeo violentamente, pero, parece no oírme, mira al frente en silencio y sereno, como si no estuviera viendo lo que acaba de ocurrir o como si esto fuera normal, no sé qué me horroriza más.
“Clic” un escalofrió estremece mi cuerpo. Entonces la gallarda figura que se encontraba sobre aquel fangoso llano, aquella que había salido del otro lado, se mueve casi levitando en mi dirección, giro mi cuerpo por primera vez, todo lo que el dichoso barro me permite. No quiero ver lo que esta a punto de ocurrir.
¿Quiénes son estos que están tras de mi? ¿Han estado aquí todo este rato? Ni tan si quiera les he oído respirar. Es entonces cuando la veo, es preciosa, tiene una melena dorada recogida y una cristalina mirada verde, deseo que me mire solo un instante. Está serena con los ojos clavados en aquel nebuloso horizonte.
¡JODER ELLA NO…! ELLA NO¡ La condenada figura que había echado a correr hacia mí, la que había olvidado en cuestión de milésimas de segundo al quedarme hipnotizado mirándola, acaba de rajarle el cuello a un metro de mi… a solo un metro de mi.
Cae a plomo a mis pies, tumbada en el lodo parece mirarme a los ojos, pero ya no hay nada, su cuerpo empieza a hundirse en el fango ahora teñido de un intenso color rojo.
Miro hacia arriba y le grito al borde de un ataque de ansiedad, – ¡TU, ASESINO, TODOS SON TESTIGOS DE LO QUE ACABAS DE HACER, ESTO NO VA A QUEDAR ASI, PRONTO VENDRÁN A DETENERTE ¡ –
No parece importarle, o tal vez no me oiga tampoco. Vuelvo a girarme con el rostro y las lágrimas llenas de sangre, no me da miedo darle la espalda, ya no temo a lo que pase, solo quiero que pase ya y poder salir de este infernal pantano de alguna forma.
A nadie parece importarle lo que acaba de pasar ni tampoco lo de aquel caballo.
Empiezo a hiperventilar y a gritar, pero entonces, “clic”.
Creo que empiezo a entender lo que esta pasando, ¿es esto alguna especie de guerra? ¿Por qué? ¿Qué hago yo aquí?
Recuerdo que de niño cuando pasaba las tardes con mi tío veía con él películas ambientadas en violentas guerras del pasado. A mi nunca me llegaron a gustar, es cierto que tenían algo hipnótico, algo que te hacia quedarte sentado frente al televisor. Pero aquellas batallas eran distintas, la gente huía no se quedaban quietos esperando su ejecución, gritaban lloraban se defendían, esto es diferente.
De repente la otra presencia esbelta que aun reposaba en medio del lodazal se desplaza ágilmente y se pierde entre la niebla de aquel tétrico horizonte de la misma forma que el asesino que permanecía silencioso tras de mi y que acababa de arrebatarle la vida a la mujer mas hermosa que jamás había visto.
Y de nuevo ese maldito “clic” pero esta vez apenas dos segundos después con cierta celeridad oigo otro “clic” y aquel caballo árabe que reposaba inmóvil rompe en un majestuoso galope como si aquel lodo no le fuese un obstáculo, perdiendose también en aquel nebuloso horizonte.
De pronto por primera vez en demasiado tiempo, oigo una voz que no es la mía que hace retumbar y estremecerse todo lo que me rodea.
-Jaque mate.